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  • Inti Raymi y la seguridad alimentaria

El universo es un lugar enorme. A este infinito mundo se lo denomina Hanan Pacha o Macrocosmos, lugar que está plagado de estrellas, nebulosas, galaxias, agujeros negros, planetas, lunas y asteroides. En la inmensidad cósmica se localiza la Vía Láctea, conformada por dos brazos espirales principales, el Escudo-Centauro y Perseo, y dos brazos secundarios, los de Norma y Sagitario. El sistema solar se encuentra en el brazo de Orión, el cual forma parte del brazo espiral de Sagitario..

El eje de rotación de la Tierra está inclinado 23,5 grados con respecto al plano ecuatorial, por lo que la luz del Sol no se distribuye de forma igualitaria entre los hemisferios norte y sur. Este fenómeno astronómico produce seis meses del año luz en el polo norte terrestre y oscuridad en el polo sur, mientras que los siguientes seis meses hay presencia de luz en el polo sur solamente. Por más que la Tierra gire en su eje, en uno de los polos habrá un día que durará seis meses y un atardecer que durará más de un mes; de igual forma, hay casi tres meses de noche oscura y luego un largo amanecer. El hemisferio cuyo polo está frente al Sol recibe de manera directa la mayor cantidad de luz solar y presenta días de mayor duración; es el verano. En el otro hemisferio, las noches son más largas y recibe poca luz, lo cual produce bajas temperaturas; es el invierno.

La órbita de la Tierra no es una circunferencia; su forma geométrica es elíptica. El recorrido de una vuelta completa de la Tierra alrededor del Sol tarda 365 días con seis horas. El satélite natural de la Tierra, la Luna, gira alrededor de ella y completa una vuelta en un periodo de 28 días (mes lunar). Cuando la Tierra completa una vuelta alrededor del Sol, la Luna ha recorrido 13 vueltas durante el año, tiempo al que se lo conoce como el calendario lunar o andino.

Los pueblos de la mitad del mundo, por su ubicación en el centro de la esfera terrestre, lograron identificar las cuatro posiciones de la Tierra en su órbita con relación al Sol, estaciones astronómicas que corresponden a los solsticios y equinoccios. Los equinoccios se producen cuando la Tierra se aproxima en mayor medida al Sol (Pawkar Raymi, Kolla Raymi), señalando el inicio de la primavera y del otoño, mientras que los solsticios marcan un alejamiento del astro rey (Inti Raymi y Kapak Raymi), indicando el comienzo del verano y del invierno.


Las fuerzas fundamentales del universo, como la gravitatoria, la electromagnética, la atracción lunar, la interacción nuclear y otras aparentemente diferentes, generan una interacción que contribuye a crear las condiciones favorables para la perpetuación de las especies en la faz de la Tierra, condición óptima a la que se la denomina el Sumak Kawsay.

El Inti Raymi corresponde al solsticio de junio, que inicia el día 21. La esfera terrestre se encuentra en su punto más distante en relación al Sol. Durante este tiempo, los yachak o sabedores andinos lograron no solo identificar la posición astronómica, sino también las condiciones que se generan en la faz de la Tierra por la particular influencia del Sol sobre las fuerzas universales. Una de estas condiciones ayuda al gameto fecundado del vegetal a lentificar la velocidad de división celular hasta llegar a la etapa de detención absoluta o Vida en Latencia, la Semilla.

La mayoría de las plantas se reproducen mediante semillas. La capacidad de estas para sobrevivir durante largos períodos de tiempo sin germinar es impresionante. Existen estudios que indican que algunas semillas pueden permanecer durante años o incluso siglos, esperando las condiciones adecuadas para germinar y convertirse en una nueva planta.

La semilla de mayor edad de la que germinó una planta tenía 2.000 años y se encontró en el palacio de Herodes en Masada. Entre los años 1963 y 1965, se llevaron a cabo excavaciones arqueológicas en el palacio de Herodes el Grande en la fortaleza de Masada (el último bastión de los rebeldes macabeos en la guerra contra Roma en 73 d.C.), durante las cuales se encontró una vasija de arcilla intacta en cuyo interior había varias semillas de palmera datilera (Michael K. Fenner, febrero de 2020).

Es importante indicar que al Inti Raymi se lo considera como un espacio-tiempo de la masculinidad; por tanto, la actividad de recolección de los frutos en la cosecha la realiza la mujer, completando así la dualidad y complementariedad de la cosmovisión andina. En los pueblos del Abya Yala eminentemente agrícolas, las mujeres o mamakuna desarrollaron métodos genuinos para identificar las semillas maduras y las que están en proceso de alcanzar la madurez. En este tiempo, son las mujeres quienes recolectan los frutos y las semillas, acompañadas de música y danza, que acuden a la cosecha en la chakra.

En la chakra, las semillas pequeñas se recogen directamente de las flores. Las mamakuna las inspeccionan visualmente, las cortan, las atan en ramilletes y las llevan a las casas para colgarlas en un lugar cálido para que continúen deshidratándose antes de la recolección de las semillas. Los frutos de mayor tamaño son seleccionados y preparados en la misma chakra antes del almacenamiento. Si los frutos requieren mayor tiempo de secado, en el caso del maíz, se recolectan las mazorcas con toda la panka y se colocan en los accesos de las viviendas familiares, principalmente en la entrada a la casa, que siempre está de frente al antisuyo. En el tiempo del Inti Raymi, las viviendas de la comunidad toman un colorido decorado con los ramilletes y panka colgados en sus accesos.

El día de la cosecha inicia cuando el Sol empieza a evaporar el rocío de la mañana en las chakras. Las mamakuna, al ritmo de la música y la danza encabezadas por el Aya Uma, personaje mítico que tiene la capacidad de observar en 360 grados, inician la recolección de los frutos. Las habilidosas manos de las mujeres, a medida que avanzan en la recolección, seleccionan los frutos en tres grupos: el primero corresponde a las semillas maduras que luego son transportadas hacia los lugares de almacenamiento bajo una profunda solemnidad y respeto. Una vez en el lugar, los taytakuna, al ritmo de la música y la danza, armonizan para que esta vida en latencia duerma tranquila hasta cuando nuevamente la trasladen a la Pachamama para continuar con la germinación, así garantizar la seguridad alimentaria y la perpetuidad de la vida. El segundo grupo corresponde a los frutos recolectados que no han cumplido las condiciones necesarias para ser considerados semillas con capacidad germinativa; estos frutos se almacenan en silos o putza para el consumo a mediano y largo plazo. En el caso del maíz, se utilizan para elaborar el mote y la chicha que se compartirán en las celebraciones durante el año. El tercer grupo corresponde a los frutos que no lentificaron la división celular e incluso germinaron en la misma mazorca; estos se utilizan para el consumo inmediato. Si se trata del maíz, se seca, se tuesta y se convierte en harina con la que se elabora una colada conocida como Champús o Yamor, alimento característico del Inti Raymi.

Dentro de la cosmovisión andina, la recolección de los frutos desde la chakra se considera como un compartir generado por la Pachamama hacia los seres vivos en pro de la supervivencia en la faz de la Tierra. Por lo tanto, en reciprocidad, los taytakuna y mamakuna agradecen a la tierra con cánticos y danzas de alegría, con el afán de garantizar la seguridad alimentaria para la comunidad en el año siguiente.

Las cuatro celebraciones andinas, en especial el Inti Raymi, se mantienen como una importante conmemoración ancestral en comunidades indígenas de países como Colombia, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Los pueblos originarios, luego de la cosecha, con la misma alegría y unión familiar comunitaria, acuden a los sitios energéticos como los pukara, katekilla, intiwatana y otros. Allí, comparten en la pampamesa los alimentos preparados con los frutos de la cosecha anual. Igualmente, estos centros ceremoniales se convierten en lugares propicios para compartir los saberes y conocimientos mediante un peculiar proceso de enseñanza-aprendizaje intergeneracional. En estos espacios, los adultos y jóvenes participan activamente al ritmo del zapateo, entonando cánticos y mantras que relatan historias y saberes de cada pueblo. Producto de estas magnas concentraciones de enseñanza-aprendizaje y un estricto apego a los cálculos astronómicos, se planifican los procesos políticos, científicos, militares y administrativos de la comunidad y la sociedad en general.

Los pueblos originarios de los Andes, antes de la llegada del alfabeto latino como parte de la cultura europea, documentaban sus saberes y conocimientos en formatos diferentes a los archivos contemporáneos conocidos en la actualidad. Entre los diversos formatos utilizados por estas culturas ancestrales encontramos los mitos y leyendas, que se consideran parte de un sistema de almacenamiento de información, preferentemente de eventos astronómicos analizados, cuya información permitía sobrellevar una relación armoniosa entre seres vivos y el kay pacha.

El personaje central de Inti Raymi en las celebraciones andinas correspondientes al solsticio de junio es el Aya Uma. La palabra proviene de dos vocablos kichwa: Aya, que significa espíritu, y Uma, que significa cabeza; por tanto, Aya Uma sería el espíritu del pensamiento.

La caracterización del Aya Uma como un personaje mítico materializa la información cosmogónica correspondiente al solsticio de junio para la aplicación pragmática de los seres humanos en su convivencia en la faz de la Tierra. La figura del personaje se distingue por presentar dos rostros antropomorfos, uno anterior y otro posterior, que simbolizan la existencia dual de los seres humanos: el pasado y el futuro; el día y la noche; el hanan y el ukun; el norte y el sur. En la cabellera se distinguen doce prolongaciones alargadas, que simbolizan la conexión del ser con la absoluta perfección del hanan pacha.

La vestimenta del Aya Uma está confeccionada en una tela blanca, adornada con pequeños cortes de colores que son colocados de manera armónica formando figuras que dan un contexto de proporcionalidad geométrica o fractales. El personaje, vestido con su traje, lleva en su mano derecha un acial, que simboliza el ejercicio de autoridad y poder. Sus muslos y piernas están cubiertos con un zamarro, confeccionado con cuero de llama o alpaca, que completa la imponente figura de autoridad y dominio de las tierras ancestrales del tawa inti suyu.

El Aya Uma, como personaje concentrador de energías de la Pachamama o Madre Tierra durante la celebración del Inti Raymi, toma la categorización de Chaki Capitán, quien posee una habilidad sobresaliente para ejecutar instrumentos de viento y cuerda como los churos, flautas, rondines y la guitarra, que entona con gran maestría. Durante las celebraciones del Inti Raymi en el pukara, lleva el orden de los danzantes que, descalzos o con alpargatas, danzan al ritmo de la música de los instrumentos andinos.

Con la llegada de los españoles y con ellos la evangelización, al personaje principal del Inti Raymi, igual que a los personajes míticos de los otros raymikuna, su carácter cosmogónico genuino lo categorizaron como negativo e incluso tergiversaron el sentido de su contenido, considerándolo como diabólico y lo asociaron en la categoría de demonio, cambiando incluso el nombre a Supay o Diablo Uma.

Esta confusión tiene su origen en la imposición de la religión católica a través del proceso de sincretismo religioso de los conquistadores, quienes en su intento de imponer sus creencias no solo alteraron el verdadero concepto del Inti Raymi, sino que también en estas fechas conmemorativas andinas impusieron otros personajes, como el San Juan, personaje de carácter eminentemente religioso europeo, y las danzas armónicas o kuyuri las convirtieron en bailes o algarabías, descontextualizando el verdadero concepto cosmogónico andino del personaje mítico Aya Uma.

En el Tahuantinsuyo, a lo largo del Qhapaq ñan, existen varios centros ceremoniales. El más icónico se encuentra en Machu Picchu, el centro ceremonial inti watana, localizado en la cima de la "Colina Sagrada", lugar desde donde el día 21 de junio se observa el mayor alejamiento de la Tierra con respecto al Sol. Estos espacios, a lo largo de la historia, han permitido realizar mediciones del tiempo y la estructuración del calendario solar andino, cuya información se encuentra acuñada en el mismo nombre del lugar: inti watana o "lugar donde se amarra el sol". Interpretando, diremos que Inti significa "sol" y Watana sería la acción de Wata, que significa "año"; por tanto, el concepto de inti watana sería "punto de inicio del año solar".

Las investigaciones científicas y astronómicas han logrado confirmar que desde estos sitios arqueológicos, en especial desde los inti watana, es posible observar el movimiento de la Tierra en su órbita y las constelaciones del hanan pacha como la Cruz del Sur y Las Pléyades. Por lo expuesto, invitamos a la sociedad en un país intercultural y multiétnico a no folclorizar y no tergiversar los contenidos de las celebraciones astronómicas denominándolas como fiestas, y a no entender las coreografías de los danzantes ancestrales o kuyuri como simples bailes, que por cierto son mucho más que eso.

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