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  • Camote, alimento de los pueblos ancestrales

El camote (batata), conocido en quechua y kichwa como apichu, khumara o araq’a, ha sido históricamente un alimento esencial en la dieta de los pueblos andinos. Más allá de su valor nutricional, ocupa un lugar destacado en la cosmovisión andina, donde la alimentación se concibe como una expresión del equilibrio con el cosmos y la Pachamama (Madre Tierra), fuente de vida y sustento. La khumara no solo nutre el cuerpo, sino también el espíritu, al articular prácticas agrícolas, rituales, memoria colectiva y reciprocidad comunitaria.

Desde tiempos milenarios, el camote se cultiva en diversos pisos ecológicos a lo largo de los países andinos, incluido Ecuador. Su versatilidad le permite adaptarse tanto a los climas húmedos de la Amazonía y el litoral, como a las regiones frías de la Sierra, donde se siembra tras las lluvias o durante el verano, con riego (FAO, 2020).

En la cosmovisión andina, los alimentos se clasifican como “calientes” o “fríos”, una distinción que no se basa en su temperatura física, sino en la energía vital que transmiten a quien los consume. Esta clasificación se relaciona con el equilibrio interno del ser humano, activando su energía tanto a nivel fisiológico como espiritual. Los alimentos “calientes” se consideran energéticos, fortalecedores y estimulantes, recomendados en climas fríos, durante enfermedades o en etapas de recuperación. En cambio, los alimentos “fríos” se perciben como calmantes, refrescantes y depurativos, útiles para contrarrestar el exceso de calor interno o la fiebre (Estrella & López, 2005; Espinosa, 2017).

Dentro de esta concepción ancestral, el camote se clasifica como un alimento “caliente”. Su sabor dulce, densidad energética y capacidad de generar saciedad lo asocian con la fortaleza, la vitalidad y el sustento. Es apreciado tanto en la alimentación cotidiana como en contextos rituales (Coba, 2020). Su alto contenido en carbohidratos, fibras y betacarotenos no solo refuerza su valor nutritivo, sino que también sustenta su uso como alimento digestivo y protector del sistema gastrointestinal, coherente con las propiedades que la medicina ancestral asigna a los alimentos (FAO, 2021).

El cultivo no obedece a una lógica meramente productiva, sino que constituye un acto ritual que reafirma la relación sagrada entre el ser humano y la naturaleza. Como afirma Mamani (2010), “las plantas no solo crecen, sino que dialogan con quien las cultiva, reconocen el canto, el cuidado y el amor que se les entrega”. Su dulzura natural es interpretada como una manifestación de la bondad de la Pachamama, cuya generosidad se honra mediante ofrendas y el cuidado consciente de la chakra (huerto andino).

En este sentido, el camote no solo alimenta, sino que también transmite valores andinos como la reciprocidad (ayni), la complementariedad (yanantin) y el respeto (sumaychay), fundamentales para una convivencia armónica con el entorno. Además, este alimento es portador de memoria cultural y cosmogónica: sus formas, colores y sabores encarnan relatos vivos de la diversidad energética y vibracional de la luz. La comunidad lo comparte en espacios colectivos como las minka y las pamba mesas, donde el camote se convierte en un medio que activa el tejido comunitario y favorece la transmisión intergeneracional del conocimiento ancestral.

En el mundo andino, la pedagogía del alimento constituye la base del buen vivir o alli kawsay. Para mantener una salud equilibrada, es fundamental armonizar la alimentación con los ciclos de cultivo y las fases lunares. Desde el punto de vista nutricional, el camote está compuesto principalmente por hidratos de carbono —alrededor del 21,3 % de su peso—, en forma de almidón y azúcares como la sacarosa, cuya proporción determina su dulzura (FAO, 2020). Aunque su contenido en grasas y proteínas es bajo en comparación con la papa común, destaca por su alto aporte de betacaroteno o provitamina A, especialmente en las variedades de pulpa amarilla o anaranjada (Rodríguez, Martínez & Pérez, 2019). Además, su fibra celulósica lo convierte en un alimento de fácil digestión, que favorece el tránsito intestinal y protege la mucosa digestiva (INEN, 2022).

Fuente: El poder medicinal de los alimentos; Jorge D. Pamplona Roger

Desde la medicina andina, se recomienda el consumo de camote para fortalecer el cuerpo, equilibrar las energías y tratar afecciones circulatorias como la arteriosclerosis y la hipertensión, gracias a su bajo contenido de sodio y grasas saturadas, así como a su riqueza en antioxidantes naturales (Estrella & López, 2005; Flores, 2018). Además, su capacidad para generar saciedad lo convierte en un aliado en estrategias de control de peso, especialmente cuando se consume junto con proteínas o grasas saludables (Rodríguez et al., 2019). También se valora por sus efectos benéficos sobre el sistema inmunológico, su contribución a una buena digestión y su capacidad para aliviar diversos síntomas, lo que lo convierte en un alimento integral en el cuidado de la salud desde una perspectiva ancestral.

Entre sus formas de preparación más comunes están: asado en la tulpa o en la pachamanka, entero y sin pelar; en puré con leche, sin necesidad de azúcar adicional y con yema de huevo para enriquecerlo; y como base para productos de pastelería, mermeladas y confituras. Aporta aproximadamente 105 kcal por cada 100 gramos, lo que, combinado con su poder saciante, ayuda a mantener la sensación de plenitud durante varias horas (INEN, 2022).

En conclusión diremos que el defender el camote es también defender la soberanía alimentaria y cultural de los pueblos andinos. En un contexto de creciente industrialización, homogeneización alimentaria y pérdida de cultivos nativos, promover el cultivo y consumo del araq’a representa una forma de resistencia espiritual y cultural. Como señala Chuji (2015), “la alimentación es un acto político que puede subvertir el olvido y afirmar la vida desde nuestros saberes”.

Referencias

  • Chuji, M. (2015). Soberanía alimentaria y pueblos indígenas: Una visión desde el Sumak Kawsay. Quito: Fundación Pueblo Indio del Ecuador.
  • Coba, R. (2020). Alimentación ancestral andina: Saberes, prácticas y espiritualidad. Quito: Editorial Abya-Yala.
  • Espinosa, O. (2017). Medicina ancestral andina y su relación con los alimentos. Quito: Instituto de Saberes Indígenas.
  • Estrella, E., & López, C. (2005). Saberes y prácticas sobre alimentos en los Andes ecuatorianos. Quito: Ediciones CDC.
  • FAO. (2020). Batata: Alimento nutritivo para la seguridad alimentaria. Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. https://www.fao.org
  • FAO. (2021). El camote: Cultivo, nutrición y uso alimentario. Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. https://www.fao.org
  • Flores, E. (2018). Plantas medicinales y alimenticias de los Andes ecuatorianos. Quito: Editorial Abya-Yala.
  • INEN. (2022). Norma técnica ecuatoriana NTE INEN 1115: Camote. Instituto Ecuatoriano de Normalización.
  • Mamani, F. (2010). Cosmovisión andina: Sabiduría de los pueblos originarios. Lima: Editorial Tawantinsuyo.
  • Quispe, J. (2018). Educación andina: Pedagogía desde la comunidad. Cusco: Centro Bartolomé de las Casas.
  • Rodríguez, L., Martínez, A., & Pérez, J. (2019). Composición química y valor nutricional del camote (Ipomoea batatas). Revista de Nutrición y Salud Comunitaria, 12(3), 45–58.