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El conocimiento ha ocupado un lugar fundamental en la historia de la humanidad. Aunque la manera de concebirlo por parte de las diferentes culturas tanto a lo ancho del mundo como a lo largo de los siglos ha generado divergencias, sus implicaciones han sido de tipo social, político, económico y cultural (Rojas Granada & Aguirre Cano, 2014).

Los conocimientos y saberes ancestrales tradicionales y su tecnología no son solo conocimientos del pasado; son prácticas vivas de los diversos pueblos y nacionalidades del Ecuador. Tener en cuenta estos saberes ancestrales y describirlos permite obtener un gran conocimiento de las prácticas autónomas, lo que a su vez permitirá el rescate y conservación de las prácticas propias ante las impuestas, de tal manera que se perpetuará la historia del país (Crespo & Vila, 2014).

Los Andes, o Antis, son la cordillera más extensa del mundo. Se extiende a lo largo de la costa occidental de América del Sur, abarcando varios países, entre ellos Perú, Bolivia, Ecuador y Chile. En este espacio del Abya Yala, la región montañosa ha cedido su nombre para designar como tal a la región del kulla suyu, cuna de diversas culturas originarias a lo largo de la historia. Estas han desarrollado un vasto conocimiento en áreas como la agricultura, la medicina, la arquitectura y el manejo energético (espiritualidad).

Uno de los aspectos más destacados de los saberes ancestrales en los Andes es su relación con la Pachamama o Madre Tierra. Los pueblos originarios han cultivado su alimento en ella durante milenios, desarrollando técnicas agrícolas profundamente respetuosas con la Madre Tierra. En la agricultura, se destaca el desarrollo del sistema de andenería, una técnica que consiste en la construcción de terrazas en las laderas de las montañas, lo que permite el cultivo en zonas con pendientes pronunciadas. Este método aglutina conocimientos sobre geología, física, matemáticas, botánica y otras disciplinas. Tinkuy que no solo maximiza el uso del espacio físico, sino que también ayuda a controlar la erosión del suelo y a conservar el agua. La diversidad de cultivos, como la papa, el maíz y la quinua, es producto de una constante evolución genética, lo cual es otro testimonio de la sabiduría agrícola andina que ha logrado adaptarse a las condiciones climáticas y geográficas de la región.

La medicina tradicional andina también es un área de conocimiento ancestral que merece atención. Los pueblos originarios practican una medicina preventiva mediante una alimentación variada y sana; cuando se trata de restablecer la salud, utilizan plantas medicinales para las que desarrollaron un vasto repertorio de remedios naturales. Este conocimiento se ha transmitido de generación en generación y se basa en una profunda comprensión de la flora local y sus propiedades curativas mediante los principios activos. La fitoterapia andina, que incluye el uso de plantas como la muña, el boldo y la sangre de drago, ofrece alternativas efectivas y sostenibles a la medicina moderna. Además, la cosmovisión andina considera la salud como un equilibrio entre el cuerpo, la mente y los tres mundos (hanan pacha, kay pacha, ukun pacha), lo que resalta la importancia de un enfoque holístico en el bienestar humano.

Otro aspecto fundamental de los saberes ancestrales andinos es la comprensión del ukun pacha como un espacio energético. Con la imposición del sincretismo religioso, las antiguas concepciones prehispánicas y las prácticas religiosas católicas y evangélicas en los pueblos andinos se consideraron como espirituales, denominación que en la actualidad han acogido incluso los indígenas. Las creencias y rituales de las comunidades originarias de los Andes son la representación viva de un sistema propio de documentación de los conocimientos y saberes que están intrínsecamente ligados a la naturaleza y al respeto por la Pachamama. Esta conexión energética y espiritual fomenta una relación de reciprocidad entre los seres humanos y el entorno, promoviendo prácticas sostenibles y el cuidado de la Pachamama como un hábitat único e irreemplazable para la perpetuidad de la vida en la faz de la Tierra o kay pacha. Las celebraciones astronómicas como el Inti Raymi, Kapak Raymi, Pawkar Raymi y Kulla Raymi se enfocan en relacionar la unidad existente con el cosmos, con la faz de la Tierra y el infinito mundo energético.

Sin embargo, a pesar de su riqueza y relevancia, los saberes ancestrales a lo largo del Abya Yala y, particularmente en los Andes, enfrentan amenazas significativas de aculturación. La modernización, la explotación de recursos naturales, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad son desafíos que ponen en riesgo este legado cultural. La globalización y el avance de la tecnología han llevado a una rápida urbanización y a la migración de jóvenes hacia las ciudades, lo que provoca una desconexión con sus raíces culturales y conocimientos tradicionales. Es crucial reconocer y valorar estos saberes, no solo como patrimonio cultural, sino como herramientas esenciales para abordar los problemas actuales y favorecer la perpetuidad del ser humano como especie en la faz de la Tierra.

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Los saberes ancestrales a lo largo del Abya Yala y, más aún, en el Tawa Inti Suyu, constituyen un tesoro invaluable que merece ser preservado y promovido por las comunidades originarias, conjuntamente con las autoridades locales y estatales. Sus abundantes conocimientos, como por ejemplo en la agricultura, son primordiales para la seguridad alimentaria de la humanidad. Sus conocimientos medicinales y su profunda relación con el mundo energético-espiritual ofrecen perspectivas únicas sobre la relación entre los seres humanos y la Pachamama. En un mundo cada vez más enfrentado a crisis ambientales y sociales, estos saberes pueden ser la clave para construir un futuro sostenible y equitativo. Es fundamental que se fomente el diálogo intercultural y se reconozca la importancia de los pueblos originarios como guardianes de este conocimiento ancestral. Solo así podremos aprender de su sabiduría y aplicar sus enseñanzas en la búsqueda de un equilibrio entre el desarrollo humano y la conservación del kay pacha.

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En la actualidad, existe un interés en la preservación de los saberes ancestrales que se encuentran documentados en formatos genuinos, diferentes a las grafías latinas. Su recuperación y fortalecimiento implica valerse de prácticas pedagógicas y orientación educativa muy diferentes a las teorías pedagógicas tradicionales vigentes. Estas prácticas deben propender a la búsqueda de la inclusión, participación, diversidad y multiculturalidad. En consecuencia, el realce, conservación y participación en usos y desarrollo de tecnología propia de los pueblos originarios fortalecerá el liderazgo transformador y la gestión asociativa (pensar <<uma>> - sentir <<shunku>>). Estas son una alternativa de innovación pedagógica que contribuye a que desde la infancia se instauren procesos cognitivos orientados en la preservación de los saberes culturales. Para lo cual, se inicia desde el reconocimiento de las tradiciones en las regiones para así proponer y desarrollar acciones solidarias encaminadas a la manutención de los saberes populares, impactando desde la infancia en las regiones.

El patrimonio cultural no se limita a monumentos y colecciones de objetos, sino que comprende también tradiciones o expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas a nuestros descendientes, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional.

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